A Cristo Sacerdote

S

ólo el amor halló tal sacerdocio:
el vino de la copa ya no es vino,
el pan es hoy la entrega de su cuerpo,
la ofrenda perfecta de sí mismo.

No quiso recibir aquella unción
que hacía sacerdotes interinos;
no se purificó, no entró en el templo
con la sangre de extraños sacrificios.

No vistió la esplendente vestidura,
despojado, sin honor y malherido;
ni dio la bendición con gesto augusto
puesto en cruz y muriendo entre bandidos.

El rito fue el amor y la obediencia,
la ofrenda fue la pascua de sí mismo;
viviendo entre nosotros fue pontífice
y de sus días hizo su servicio.

Gloria a ti, Jesucristo, nuestro hermano,
que fuiste sacerdote compasivo;
intercede glorioso ante tu Padre,
con quien vives y reinas por los siglos.

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