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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024 Adviento,
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Lectura: |
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1a. |
Se promete la salvación mesiánica a todos los pobres (Sofonías 3,1-2.9-13) |
Salmo |
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. (Salmo 33) |
Evangelio |
Vino Juan, y los pecadores le creyeron (Mateo 21,28-32) |
Núm. |
Datos |
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1997/12/16 |
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1998/12/15 |
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1999/12/14 |
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2010/12/14 |
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2011/12/13 |
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2014/12/16 |
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2015/12/15 |
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2015/12/15 |
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2016/12/13 |
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2020/12/15 |
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2021/12/14 |
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2022/12/13 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1 |
1. Un puñado de gente pobre y humilde1.1 A las puertas de la celebración de la llegada de Cristo es bueno recordar dos cosas: primero, qué género de personas estarán prontas a recibirlo: "un puñado de gente pobre y humilde", según la descripción de Sofonías; segundo, qué espiritualidad conlleva este hecho y qué significa para nosotros como Iglesia. 1.2 Observemos que el pueblo se vio diezmado por factores esencialmente externos, ante todo el destierro. Mas una lectura profunda de ese hecho externo los llevó a la conciencia de un factor interno, el pecado. Así vinieron a entender que habían sido infieles, como expresamente lo denuncia Sofonías. 1.3 Y es interesante notar que esta misma realidad del pecado viene como a "hermanar" a los judíos y los no judíos, es decir, al pueblo elegido, el pueblo de la alianza, con los demás pueblos. Porque si a Israel se le llama "infiel", a quienes desterraron a Israel se les llama "ciudad potente y opresora." No son mejores los judíos, porque fueron infieles, ni son mejores los paganos, porque oprimen. 1.4 Esta especie de hermandad en el barro del pecado será muy importante como elemento de predicación para san Pablo, por ejemplo cuando diga: "¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? De ninguna manera; porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado" (Rom 3,9). No para quedarnos en la amargura de una desgracia universal, sino para gozarnos en una gracia que a todos se predica en Cristo, pues el mismo Pablo dice poco más adelante: "Concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley. ¿O es Dios el Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los gentiles? Sí, también de los gentiles, porque en verdad Dios es uno, el cual justificará en virtud de la fe a los circuncisos y por medio de la fe a los incircuncisos" (Rom 3,28-30). 1.5 Por otra parte, notemos cómo esta gente humilde y pobre, pero al mismo tiempo capaz de verdad, es un verdadero puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sofonías anuncia que este Pequeño Resto será la herencia de Dios y si miramos el Evangelio lo que encontramos es que María, José, Ana, Simeón y todos ellos, y también la mayor parte de las multitudes que se apretujan para escuchar al Maestro son claros representantes de ese grupo de humillados y a la vez fieles. 1.6 ¿Y a nosotros, como Iglesia, qué nos enseña todo esto? Nos enseña, cuando ya el Adviento entra en su fase final, cuál es la espiritualidad de los que aceptan al Señor y le comprenden su mensaje. Cristo no será un maestro que avasalla con su lógica, ni un tecnócrata que pretende aplicar las conclusiones de sus fríos análisis; Cristo no será un líder de seductora elocuencia ni un comerciante de sueños. Será el humilde entre los humildes, el pobre entre los pobres, y también el verdaderamente fiel entre los que buscan ser fieles a Dios. 2. Lo que Cuenta Verdaderamente2.1 El evangelio de hoy es una bella oportunidad para meditar en el sentido de la fidelidad. Por lo pronto nos enseña que hay una fidelidad de palabras y otra de obras. Y que la que cuenta es la de las obras. 2.2 Esa enseñanza nos queda clara. Pero hay otra enseñanza que está sugerida y que nos puede también servir mucho. Miremos que el segundo hijo tuvo la fidelidad de las obras pero también la rebeldía en sus palabras. ¿Qué nos indica esto? 2.3 Nos indica por lo menos dos cosas. Primera: Jesús no está hablando en abstracto o en general. Aquellos que dicen que sí al encargo del padre y que luego no lo hacen corresponden a los fariseos o los escribas, que se tienen en muy alta estima a sí mismos porque conocen muy bien lo que Dios quiere y hacen alarde de cumplirlo. Jesús los está denunciando con esta parábola. Por el contrario, los pecadores, a quienes el Señor ejemplifica con lo más bajo de la sociedad de su tiempo, aunque no dicen que hacen cosas buenas resultan ser mejores creyentes y se abren más a la propuesta de la gracia, la que el mismo Señor trae con su predicación y sus obras. De donde entendemos que el objetivo primordial de la parábola no es oponer obras y palabras, sino denunciar la mentira de los que creen que son buenos por lo que muestran mientras que por dentro no son como se muestran. 2.4 Por otra parte, de este ejemplo podemos aprender que nuestros tiempos malos en la vida no necesariamente son tiempos malditos o desperdiciados. De una actitud tan rebelde como la del segundo hijo pudo salir un momento de recapacitación y conversión. No porque hayamos dicho con fuerza y aparente seguridad "no quiero" estamos ya condenados. Dios puede dar arrepentimiento. De hecho, se puede pensar incluso que esa misma rebeldía explícita puede servir como un medio para conocerse uno y para descubrir la verdad, horrenda pero cierta, de la propia insolencia. ¿Cuántos ateos y cuántos herejes han conocido la bondad de Dios después de aterrarse un día de la fealdad de su corazón protervo? Por eso no debemos desesperar de nuestros errores pasados ni de las conversiones que Dios pueda hacer en otros y en nosotros. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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